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Aunque la mayoría de los infartos se concentran en edades más avanzadas, los datos de los últimos años muestran que cada vez más personas jóvenes sufren un infarto agudo de miocardio. En algunos estudios europeos y norteamericanos, entre el 10% y el 20% de los infartos ocurren en menores de 45 años, y este porcentaje ha experimentado un ligero aumento en la última década. En España, las estimaciones son similares, especialmente en población con antecedentes familiares o factores de riesgo no controlados.

Este cambio epidemiológico ha despertado interés porque rompe con la idea clásica de que el infarto es una enfermedad exclusiva de personas mayores. Además, varios registros internacionales indican que los pacientes jóvenes tienden a consultar más tarde ante los síntomas y presentan en ocasiones factores de riesgo diferentes a los de la población de mayor edad.

Comprender por qué puede aparecer un infarto en personas jóvenes, qué perfiles presentan mayor riesgo y cómo se manifiesta esta enfermedad en este grupo es fundamental tanto para la prevención como para la detección temprana. En este artículo revisamos la evidencia disponible y explicamos, de forma clara y basada en datos, qué sabemos hoy sobre los infartos en gente joven y cómo actuar para reducir el riesgo.

¿Puede una persona joven sufrir un infarto?

Sí. Aunque la mayoría de infartos se concentran en edades más avanzadas, la cardiología actual reconoce que el infarto en personas jóvenes es una realidad clínica. Lo relevante no es la frecuencia (menor que en adultos mayores) sino que, cuando aparece, suele hacerlo en un contexto distinto y a veces más inesperado.

Infarto en personas jóvenes

Los estudios realizados en población joven aportan información diferente a la descrita en adultos mayores:

  • Diferentes registros internacionales muestran que entre el 10% y el 20% de los infartos se producen en personas menores de 45 años.
  • El registro YOUNG-MI (Harvard, EE. UU.) analizó a más de 2.000 pacientes y encontró que 1 de cada 5 infartos ocurre en menores de 50 años, con un porcentaje creciente en menores de 40.
  • En estudios europeos, la prevalencia es algo menor pero sigue una tendencia similar, especialmente en hombres jóvenes fumadores o con dislipemia.
  • En España, aunque el dato varía entre comunidades, las estimaciones sitúan la incidencia de infarto en jóvenes entre el 7% y el 12% de los casos totales, con incremento en pacientes con obesidad, tabaquismo o antecedentes familiares de enfermedad coronaria precoz.

Estos datos desmienten la idea de que la enfermedad coronaria es exclusivamente “una patología de personas mayores”.

Diferencias respecto a infartos en edades avanzadas

Los infartos en personas jóvenes presentan características clínicas y perfiles de riesgo distintos:

  • Causas más variadas: además de la aterosclerosis clásica, en jóvenes es más frecuente que el infarto se origine por espasmo coronario, disección coronaria espontánea o anomalías en las arterias coronarias.
  • Menos comorbilidad acumulada: ausencia de hipertensión crónica, diabetes de larga evolución o insuficiencia renal, lo que puede reducir la sospecha diagnóstica.
  • Síntomas que se infravaloran: los jóvenes tienden a relacionarlos con ansiedad, estrés laboral o molestias digestivas, lo que retrasa el diagnóstico.
  • Mayor repercusión vital: aunque los estudios muestran evoluciones iniciales diversas, el impacto social y laboral es mayor por la edad del paciente.

A pesar de su menor edad, cuando un joven sufre un infarto el impacto puede ser clínicamente significativo debido a la mayor pérdida estimada de años de vida.

Mitos comunes vs realidad

“Un infarto solo ocurre cuando hay arterias muy obstruidas.” 
Realidad: en personas jóvenes, la obstrucción puede no ser extensa; basta una placa inestable o un espasmo coronario para desencadenar un infarto.

“Si hago deporte, no puedo tener un infarto.”
Realidad: el ejercicio es saludable, pero no compensa factores como dislipemia no diagnosticada, tabaquismo o enfermedades genéticas. Algunos infartos en jóvenes deportistas se deben a miocardiopatías o anomalías coronarias, no al estilo de vida.

“Los síntomas en jóvenes son distintos y menos graves.”
Realidad: el cuadro clínico puede confundirse con otras molestias, pero el daño miocárdico ocurre igual. La diferencia es el retraso en pedir ayuda, no la intensidad del infarto.

“Si soy joven, no necesito revisar mi colesterol.”
Realidad: muchas dislipemias hereditarias se diagnostican precisamente tras un evento precoz porque no producen síntomas previos.

Principales causas de infarto en jóvenes

El infarto en personas jóvenes no siempre responde al mismo mecanismo que observamos en adultos de mayor edad. En este grupo, el origen del problema suele ser más heterogéneo y, en muchos casos, está relacionado con condiciones que pasan desapercibidas hasta que aparece un evento agudo. Por eso, cuando un paciente joven consulta por dolor torácico o síntomas compatibles, es fundamental considerar no solo los factores de riesgo tradicionales, sino también causas menos frecuentes pero muy relevantes en esta población, como alteraciones genéticas, problemas estructurales del corazón o desencadenantes repentinos.

A continuación se describen las causas que con mayor frecuencia explican un infarto en personas menores de 45 años:

Factores de riesgo clásicos acelerados en edades tempranas

La relación entre el tabaquismo y el infarto en personas jóvenes

  • El tabaquismo continúa siendo uno de los factores más presentes en infartos precoces: en una serie española de pacientes menores de 45 años con infarto, el tabaquismo alcanzó casi un 81% en los jóvenes frente al 34 % observado en los mayores.
  • Las dislipemias (niveles elevados de colesterol o alteraciones en lipoproteínas) también están muy presentes: en ese mismo estudio, la hipercolesterolemia fue del 39,9 % en jóvenes contra 28,6 % en mayores.
  • Obesidad, sobrepeso y mala alimentación, junto con sedentarismo, incrementan la aparición temprana de aterosclerosis o factores de riesgo asociados.
  • Hipertensión arterial y diabetes tipo 2: aunque menos frecuentes que en personas mayores, se documentan crecientemente en población joven con estilos de vida poco saludables, lo que acelera el riesgo coronario.
  • En conjunto, los jóvenes con infarto muestran con frecuencia una combinación de estos factores clásicos, lo que sugiere que la “exposición acelerada” a factores de riesgo puede causar enfermedad coronaria antes de lo habitual.

Factores genéticos, dislipemias hereditarias y condiciones de base

  • En muchos jóvenes que sufren un infarto, se detectan alteraciones genéticas o dislipemias hereditarias, como la hipercolesterolemia familiar, que predisponen a enfermedad coronaria precoz.
  • Algunos estudios identifican en población joven causas no ateroscleróticas de infarto: anomalías congénitas de las arterias coronarias, predisposición genética a la trombosis, o disfunciones metabólicas heredadas.
  • Estas causas “no clásicas” explican por qué en jóvenes a veces no se observan placas extensas ni antecedentes de enfermedad cardiovascular, pero sí se produce un infarto agudo.
Factor de riesgo En personas jóvenes En personas de mayor edad
Tabaquismo Muy frecuente en infarto precoz. Suele ser el factor predominante. Frecuente, pero suele coexistir con otros factores de larga evolución.
Colesterol elevado / dislipemia A menudo no diagnosticado. Puede haber formas hereditarias (hipercolesterolemia familiar). Habitual, generalmente conocido y en tratamiento o seguimiento.
Hipertensión arterial Menos frecuente, pero en aumento en jóvenes con sobrepeso y sedentarismo. Muy frecuente. Factor de riesgo clásico a largo plazo.
Diabetes tipo 2 En aumento en población joven con obesidad y síndrome metabólico. Muy prevalente, con años de evolución.
Predisposición genética Relevante en infartos precoces (antecedentes familiares, dislipemias hereditarias). Presente, pero con menor peso relativo frente a la acumulación de factores clásicos.
Consumo de drogas y estimulantes Importante como desencadenante de espasmo coronario o arritmias. Mucho menos frecuente como causa directa.

Miocardiopatías, anomalías estructurales y eventos no ateroscleróticos

En población joven, hay causas específicas de infarto o de muerte súbita que no dependen de la aterosclerosis:

  • Una de ellas es la Spontaneous coronary artery dissection (SCAD — disección coronaria espontánea), especialmente en mujeres jóvenes, que puede causar un infarto sin placas ni obstrucción previa significativa.
  • También se incluyen miocardiopatías (como la hipertrófica), trastornos eléctricos congénitos (canalopatías), anomalías coronarias congénitas o vasoespasmo arterial, situaciones que pueden precipitar un evento agudo incluso en corazones aparentemente sanos.
  • Los jóvenes con estas condiciones suelen tener un riesgo aumentado de muerte súbita o infarto con pocos signos previos, lo que subraya la importancia de una valoración especializada cuando existen antecedentes familiares o síntomas atípicos.

¿Cómo se manifiesta un infarto en gente joven?

El infarto en población joven puede resultar más difícil de identificar porque, en muchos casos, los síntomas no se interpretan inicialmente como un problema cardíaco. A diferencia de los adultos de mayor edad, los jóvenes tienen menos enfermedades asociadas y menor sospecha clínica, lo que hace que los signos se atribuyan con frecuencia a causas más benignas como ansiedad, sobreesfuerzo, problemas digestivos o estrés.

Síntomas típicos y atípicos

Los jóvenes pueden presentar los mismos síntomas clásicos que cualquier paciente con infarto:

  • Dolor o presión en el centro del pecho
  • Irradiación hacia el brazo izquierdo, mandíbula o espalda
  • Sudor frío
  • Náuseas
  • Debilidad súbita
  • Sensación de opresión o «peso» torácico que no mejora con el reposo

Pero un aspecto importante es que, en población joven, los síntomas atípicos son relativamente frecuentes, sobre todo cuando el infarto tiene un origen no aterosclerótico. Entre ellos destacan:

  • Molestias torácicas vagas o punzantes, no claramente localizadas
  • Dolor que aparece durante el estrés o el descanso
  • Sensación de falta de aire sin dolor evidente
  • Palpitaciones acompañadas de malestar general
  • Mareo repentino o desvanecimientos

En comparación con personas de mayor edad, es más común que estos síntomas se subestimen por parte del propio paciente, lo que lleva a una consulta tardía. Además, la ausencia de enfermedades asociadas también puede ser un factor engañoso: el joven percibe que “no puede ser el corazón”, lo cual retrasa la valoración.

También cabe destacar que, cuando existen factores de tabaquismo o consumo de sustancias, el cuadro puede aparecer de una forma mucho más busca y sin pródromos, es decir, no suele haber síntomas iniciales o esos «avisos» antes del infarto.

Tipo de síntoma Ejemplo Comentario clínico
Síntoma típico Dolor opresivo en el centro del pecho, mantenido y que puede irradiar a brazo, mandíbula o espalda. Debe considerarse infarto hasta demostrar lo contrario, aunque el paciente sea joven.
Síntoma típico Sudor frío, palidez, náuseas o sensación de desmayo acompañando al dolor torácico. Orientan a un cuadro cardiovascular agudo y requieren valoración urgente.
Síntoma atípico Molestia torácica vaga o punzante que el paciente atribuye a ansiedad, estrés o mala postura. En jóvenes estos síntomas se infravaloran con frecuencia. Si son persistentes o se acompañan de otros signos, hay que estudiarlos.
Síntoma atípico Falta de aire repentina sin esfuerzo importante o con esfuerzos habituales. Puede corresponder a isquemia, miocardiopatía o arritmias y no debe normalizarse por la edad.
Síntoma atípico Mareos intensos, pérdida de conocimiento breve o palpitaciones muy rápidas. Obligan a descartar arritmias o causas eléctricas, más frecuentes en población joven.

Diagnóstico y pruebas recomendadas en población joven

Cuando una persona joven presenta síntomas compatibles con un infarto o un cuadro coronario agudo, la evaluación debe realizarse con la misma rapidez y rigurosidad que en pacientes de mayor edad. El objetivo principal es confirmar el diagnóstico, identificar el mecanismo que lo provoca y descartar enfermedades estructurales o hereditarias, más frecuentes en edades tempranas.

Historia clínica y exploración: claves en pacientes jóvenes

El primer paso es una anamnesis detallada, que cobra aún más importancia en jóvenes por la variedad de causas posibles. En esta etapa valoramos:

  • Antecedentes familiares de infarto precoz, muerte súbita o hipercolesterolemia familiar.
  • Presencia de factores de riesgo clásicos (tabaco, dislipemia, hipertensión, diabetes).
  • Consumo reciente de drogas, sustancias estimulantes o tóxicos. 
  • Síntomas atípicos o repetidos en semanas previas.
  • Antecedentes personales de síncope, palpitaciones o intolerancia al ejercicio.

La exploración física permite evaluar tensión arterial, frecuencia cardíaca, saturación de oxígeno y señales indirectas de isquemia o insuficiencia cardíaca.

ECG: prueba esencial en la valoración inicial

El electrocardiograma sigue siendo la primera prueba diagnóstica ante la sospecha de infarto, independientemente de la edad. En jóvenes puede mostrar:

  • Elevación o depresión del segmento ST.
  • Alteraciones en la repolarización.
  • Arritmias o signos indirectos de isquemia.
  • Patrones sugestivos de canalopatías (como síndrome de Brugada o QT largo), más frecuentes en población joven.

Analítica y marcadores de daño miocárdico

La medición de troponinas cardíacas de alta sensibilidad es fundamental para confirmar la necrosis miocárdica. En población joven tiene un valor especial para diferenciar:

  • Infarto de origen aterosclerótico
  • Miocarditis
  • Lesiones inducidas por toxinas o consumo de sustancias
  • Espasmo coronario asociado a estrés o drogas

La analítica también permite detectar alteraciones en lípidos, glucosa, función renal o perfil inflamatorio, relevantes para el estudio etiológico.

Ecocardiografía

La ecocardiografía ayuda a evaluar el daño producido por el infarto y a identificar posibles causas alternativas:

  • Contractilidad segmentaria alterada
  • Disfunción ventricular,
  • Miocardiopatías (hipertrófica, dilatada, no compactada)
  • Signos de miocarditis
  • Anomalías estructurales

Coronariografía o angio-TAC coronario

En población joven, estas pruebas no solo confirman la presencia de obstrucciones; también ayudan a identificar causas menos frecuentes:

  • Disección coronaria espontánea (SCAD)
  • Vasoespasmo coronario
  • Anomalías congénitas del origen de las arterias coronarias
  • Placas pequeñas pero inestables

El angio-TAC coronario se usa cada vez más como alternativa no invasiva en pacientes seleccionados, especialmente cuando existe poca probabilidad de enfermedad aterosclerótica extensa.

Estudio genético o evaluación avanzada (solo en casos seleccionados)

En jóvenes con infarto sin factores de riesgo claros o con antecedentes familiares, puede ser recomendable valorar:

  • Estudio de hipercolesterolemia familiar
  • Paneles genéticos para miocardiopatías
  • Evaluación de canalopatías
  • Estudios para trombofilias hereditarias

No se solicitan a todos los pacientes, pero en casos seleccionados pueden cambiar el enfoque del seguimiento familiar y prevenir nuevos eventos.

Prevención del infarto en jóvenes

La prevención en población joven no solo consiste en evitar un infarto futuro; también implica identificar de forma temprana los factores que pueden desencadenarlo. Muchos jóvenes que sufren un infarto desconocen que tenían dislipemia, hipertensión o antecedentes familiares relevantes. Por eso, revisar ciertos hábitos y realizar controles periódicos es esencial, incluso en ausencia de síntomas.

  • Control del colesterol y detección de dislipemias hereditarias. En caso de tener antecedentes familiares de infarto precoz, realízate un perfil lipídico y controla de forma periódica el colesterol LDL. Valora también cambios en el estilo de vida o tratamiento médico.
  • Abandono del tabaco. Dejar de fumar reduce drásticamente el riesgo en pocos años, mejora la función arterial y disminuye la probabilidad de eventos coronarios. Incluso en personas jóvenes y aparentemente sanas, el tabaco tiene un impacto directo y acumulativo.
  • Alimentación saludable y control de peso. Recomendamos priorizar la dieta mediterránea, reduce los ultraprocesados y azúcares añadidos, mantén un peso adecuado y evita picos de glucosa que puedan favorecer resistencia a la insulina.
  • Actividad física adecuada. El ejercicio moderado y constante reduce la inflamación, mejora el perfil lipídico y regula la tensión arterial. Sin embargo, es importante evitar entrenamientos extremos sin supervisión, consulta siempre ante dolor torácico o síntomas durante el ejercicio  y realiza evaluaciones cardiológicas con frecuencia.
  • Control de la tensión arterial y del azúcar en sangre. Aunque menos frecuente que en adultos mayores, la hipertensión y la diabetes tipo 2 están aumentando en jóvenes. Intenta medirte de forma frecuente la tensión arterial, realiza analíticas con glucosa y hemoglobina glicosilada y valora cambios en el estilo de vida o tratamiento si hay alteraciones.
  • Atención a los antecedentes familiares y al historial personal. Los antecedentes de infarto antes de los 55 años en hombres o 65 en mujeres aumentan el riesgo en descendientes. En estos casos recomendamos realizarte una revisión cardiológica y una evaluación del riesgo global y seguir un seguimiento más estrecho.
  • Evitar sustancias estimulantes o drogas recreativas. Sustancias como cocaína, anfetaminas o algunos energizantes en dosis elevadas pueden desencadenar espasmos coronarios, arritmias, aumento brusco de la frecuencia y la tensión arterial.

¿Qué hacer si un joven sufre síntomas de infarto?

  1. Llamar al 112 en cuanto aparezcan síntomas compatibles. No esperar a “ver si se pasa”. En población joven, los síntomas pueden ser menos claros y aun así corresponder a un infarto o a una causa grave. No se recomienda conducir por cuenta propia al hospital.
  2. Sentarse o tumbarse en una posición cómoda. Evitar caminar, subir escaleras, agacharse o hacer cualquier esfuerzo. El objetivo es reducir la demanda de oxígeno del corazón mientras llegan los servicios de emergencia.
    • Posición recomendada: semisentado, ligeramente incorporado, con las piernas relajadas.
      Evitar tumbarse completamente si se siente falta de aire.
  3. No tomar medicación sin indicación médica. No automedicarse porque:
    • si el origen es un espasmo coronario, ciertos fármacos pueden empeorar la situación;
    • si se trata de una disección coronaria espontánea, los antiinflamatorios o ciertos vasodilatadores no están indicados;
    • la toma de aspirina solo se recomienda si un profesional sanitario lo indica en ese momento concreto.
  4. Describir los síntomas de forma precisa al equipo sanitario. Cuando lleguen los profesionales, es útil informar sobre:
    • hora exacta del inicio del dolor o malestar,
    • localización del dolor y si irradia (mandíbula, espalda, brazo izquierdo),
    • identificar si el episodio es continuo o intermitente,
    • factores que lo empeoran o mejoran,
    • consumo reciente de alcohol, drogas, suplementos o estimulantes,
    • antecedentes personales o familiares (infarto precoz, muerte súbita, colesterol alto, etc.).
  5. Si el joven pierde el conocimiento o no responde. Actuar de inmediato:
    1. Comprobar si respira.
    2. Si no respira o solo jadea, iniciar RCP mientras alguien llama al 112.
    3. Utilizar un desfibrilador externo automático (DEA) si está disponible.
    4. Seguir las instrucciones del dispositivo hasta la llegada del equipo de emergencias.
  6. No dar comida, bebida ni estimulantes. Evitar agua, bebidas energéticas, café, alcohol o alimentos.

Mi recomendación es sencilla: si tienes factores de riesgo, antecedentes familiares o síntomas que generan duda, merece la pena realizar una valoración cardiológica completa. Un estudio a tiempo permite identificar alteraciones que pueden corregirse y evitar complicaciones.

El corazón no entiende de edad, y cuidarlo desde etapas tempranas es una inversión en salud para el futuro.

Dudas frecuentes sobre el infarto en personas jóvenes

¿A qué edad puede aparecer un infarto en personas jóvenes?

Los estudios muestran casos desde los 20–30 años, aunque la mayoría ocurre entre los 35 y 45 años. En algunos registros, hasta un 10–20% de los infartos afectan a menores de 45 años. La edad por sí sola no excluye el riesgo, especialmente si existen factores como tabaquismo, colesterol elevado o antecedentes familiares.

¿El infarto en jóvenes es menos grave que en adultos mayores?

No necesariamente. Aunque los jóvenes tienen menos comorbilidades, el infarto puede ocasionar un daño miocárdico importante si no se trata a tiempo. Además, ciertas causas propias de personas jóvenes (como disección coronaria o espasmo arterial) pueden ser igual o más serias si no se actúa con rapidez.

¿Puede un deportista joven sufrir un infarto?

Sí. El deporte reduce el riesgo cardiovascular, pero no elimina factores como predisposición genética, dislipemias o anomalías cardíacas no diagnosticadas. En deportistas que presentan dolor torácico, pérdida de conciencia o palpitaciones intensas, es recomendable una valoración cardiológica.

¿El estrés puede provocar un infarto en jóvenes?

El estrés por sí solo no suele causar un infarto, pero puede actuar como desencadenante en personas con predisposición, aumentando la presión arterial, la frecuencia cardíaca y favoreciendo espasmos coronarios o rupturas de placa.